Tuesday, March 11, 2008

Sentados a la mesa, extasiados por el silencio subterraneo de sentimientos olvidados y obrando sin saber lo que tu haces, te busco pero no te encuentro. Y viajo a traves de antiguas pasarelas que me llevan a remotos espacios compartidos en los que puedo reanimar mi utopia; aquella en la cual solo bastamos tu y yo para alcanzar una de las cumbres jubilatorias de nuestras almas, que obedientes a nuestros apasionados designios, danzan con el ritmo palpitante de corazones que aceleran y desaceleran con la sensacion de tus fragiles manos acariciando cada uno de mis cabellos o con el roce de los petalos de un lirio dirigido desde su rizoma que retoza en tu rostro. Ahora que el tacto se volvio frio y yerto y que nuestras conversaciones compuestas de simple palabreria lastiman los deseos, puedo asegurar el destino que alguna vez temimos: domesticamos el amor con la brujula de la costumbre. Te acostumbraste a mi, me acostumbre a ti, nos acostumbramos a tenernos y a pensar en no perdernos, a despertar cada ma;ana -y sin disfrutar la noche de compa;ia- empezar el dia con el hastio de la convivencia como el sinsabor matutino. Porque solo en mis sue;os te veo y no porque tu no existas, sino porque solo alli te encuentro como te quiero o como te solia querer, porque el mirarte a los ojos no transmite y el besarte no enciende, es que me siento desolado y que descubro, de manera tan certera (entre el sonido de cubiertos y platos a la hora de la cena como unica interrupcion del silencio) que en mi vacio ya ni siquiera estas tu.