Es una tarde cualquiera de verano en un vecindario de clase alta al norte de la ciudad de Memphis. A pesar de ser tan calmado el lugar, cualquier persona que caminara por allí prestando la suficiente atención, alcanzaría a escuchar las bocinas de algunos lamborghinis, el sonido de un televisor pantalla-gigante transmitiendo un partido de football y a un joven practicando en su batería nueva, sin embargo, la única persona que pasea por allí no es precisamente un caminante atento, es simplemente karol; 17 años de caprichos, orgullo, necedades, materialismos y algunos novios, componen la vida de la chica que mientras camina, piensa en lo bien que la pasara esa noche con sus amigos y que sin darse cuenta tropieza con lo que parece ser un libro: Lo maldice algunas veces mientras se compadece de su pie y se dispone a quitarlo del camino con su restante pie ileso, pero no se mueve, así que lo recoge para arrojarlo en el bote de basura a unos dos metros. Esta seria su “buena acción del día”. Mientras camina nota que la pasta es algo vieja y sus hojas lo bastante amarillas y polvorientas como para reforzar su teoría: el libro es un vejestorio sin utilidad, sin embargo un poco de cultura no afecta, así que busca el titulo y no lo encuentra, tampoco aparecen el autor ni el año en que fue escrito; logra leer algunas palabras antes de sentir que la toman fuertemente por detrás y tras algunos instantes de aparente inconciencia es arrojada brutalmente en un paraje tenebroso y oscuro. El ambiente tranquilo del amigable vecindario ha sido cambiado por uno muy inquietante que conjuga los olores pútridos de cientos de cadáveres con gritos quejumbrosos de almas que piden auxilio y susurros ininteligibles pero enloquecedores que a pesar de su falta de significado llenan la mente de la horrorizada niña con imágenes indeseadas. Luego de unos pocos segundos de permanecer en el extraño lugar, Karol siente en su cuello la pesada respiración del que seguramente no es su salvador; previendo lo que podría pasar, voltea lentamente y ve a un hombre (o al menos eso parece) de languidez corporal, de faz cadavérica, maloliente y sin lo que podría ser su labio superior. Sin embargo, lo mas aterrador de este ente no es su desastrosa apariencia sino aquellos ojos con un fulgor inexplicable y una mirada, que a pesar de estar llena del odio que sólo podría tener un asesino en frenesí, enajena de su conciencia a la cautiva joven y la deja en un misterioso trance que en contra de sus deseos de correr, la obliga a mantener la mirada fija y a identificarse con lo que seria el sufrimiento de aquel hombre.
Su lucha interior por apartarse del monstruo aflora en un grito que emerge desde lo más profundo de sus entrañas, y en una exageración de su percepción, le desgarra las cuerdas vocales; con el grito sacude su brazo derecho, que para ese entonces era oprimido por el horripilante hombre, y huye: corre desaforadamente como jamás lo había hecho, ni siquiera cuando participaba en las finales de atletismo de su colegio se sentía tan obligada a correr, y es obvio, en esos infantiles juegos solo ganaba un medallón aquí, si resultaba lo suficientemente ágil, ganaría el derecho a seguir viviendo. El hombre también corre tras ella, sin embargo, lo hace con dificultad. Karol con un poco de ventaja y con el objetivo de medir cuan lejos estaba de aquel individuo, advierte que este carece del pie izquierdo por lo que está obligado a arrastrar el tobillo; esto la anima porque le da tiempo para bajar un poco la velocidad, respirar mejor y buscar una posible salida…pero… ahora sus pasos son mas difíciles y lentos, mira a sus pies y ve como algunas almas condenadas que empobrecen aún más el lugar la retienen mientras claman por su ayuda; Esta situación propicia más el acercamiento del hombre porque ahora ya no solo las ánimas toman los pies de la chica, sino también sus brazos, su torso y su cabello; Karol ya no corre, ahora se arrastra y lucha no sólo por huir de aquel vestigio de hombre, también, por no caer al abismo en el que moran sus nuevos agresores.
Siente por segunda vez aquella pesada respiración y ve como la mayoría de las almas que están cerca de ella se alejan otorgándole la suficiente libertad para voltearse y predecir su destino; nota que su perseguidor tiene un puñal que hasta entonces ella no había visto, ya no quiere mirarlo a los ojos porque sabe que quedará hipnotizada de nuevo y ella tiene las esperanzas de poder luchar por lo que le ha pertenecido por 17 largos años, su vida… pero es demasiado tarde… en menos de lo que ella se podía dar cuenta el monstruo estaba sobre la joven y había logrado retenerla de las dos manos con tan sólo una mano mientras con la otra apretaba en alto el puñal, los esfuerzos de Karol por liberarse eran vanos, a pesar de la débil apariencia del hombre, tenía demasiada fuerza, con lo cual las esperanzas de la niña desaparecían. De ahí, que mientras veía como el puñal se acercaba a su pecho supo que lo único que le quedaba era gritar… y lo hizo… y despertó… lagrimas, sudor, tiembla porque aún está nerviosa, todo ha sido un sueño, no sabe cómo llegó a su cuarto porque está segura de haber paseado por su vecindario; tampoco sabe si se reunió o no con sus amigos porque no lo recuerda y si no lo hizo no le importa porque está feliz de estar sobre su cama, en la aparente seguridad que puede brindar una alcoba en una acogedora casa en un tranquilo barrio; mira a su alrededor para confirmar que está en su cuarto y mientras lo contempla, siente una paz que la ilumina y la llena de felicidad. Nunca se había sentido tan dichosa de estar en su casa a las…mira el reloj, se ha parado, pero eso no importa, supone que debe ser temprano y quiere salir a contarle el sueño a su madre, abre la puerta, oscuridad lúgubre, piso tierroso y árido, aire enrarecido, gemidos lastimeros y murmullos incomprensibles; su corazón se agiliza, su respiración se agita, presa del pánico cierra rápidamente, pone el seguro y para mayor tranquilidad inclina una silla hacia la puerta, se voltea y no sabe que hacer, mira hacia todos lados buscando en su cuarto una posible forma de liberación… sus ojos se posan sobre su cama, ve el libro culpable de su encierro, y emite un grito que no le desgarra sus cuerdas vocales sino que desgarra su alma. Después de dos segundos de estupor comienza a llorar y piensa hacerlo hasta que su vida se apague y si esto no sucede, lo hará por toda la eternidad porque sabe que si con ese tercer grito no salió de aquella vil realidad es porque tampoco está soñando.
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